abril 30, 2008

AUTORIZADO A LA INVISIBILIDAD por Héctor Hernández Montecinos

Reescritura de La Apuesta de Dora Moro

Me obligo y escribo
para no perderme el momento de las heridas
sobre el libro de los desórdenes,
que destruye páginas en mi cráneo
metiéndole aire a la acrobacia
de tirarse al vacío
con un lápiz entre sus dedos
aunque la noche y su hondura
sean una estrategia para la ruptura
que significa acarrear palabras
y alejarse a terminar un patio de piedra
donde uno y otro se leen
en la extrañeza de lo propio y lo ajeno,
como los rubíes y la sangre.

Lectura de dos ojos
de dos manos
en dos creo más que en mí
dos hemisferios norte y sur del deseo;
el poema es soledad
pero nunca está solo,
los músculos de la necesidad se ejercitan
sin que uno se dé cuenta,
cualquier dolor es la excusa
para un dolor mayor que se nos estaba olvidando.

Cerrar el libro y declinar
para que la muerte resuelva todo
bajando la velocidad de los líquidos
que gotean por una escalera
ubicada entre mi cerebro y mi autoría.

El papel es un temperamento
de una velocidad desconocida,
salir de aquí o quedarse con él
renunciando a todo lo que tenga nombre
porque las palabras son una trinchera
agazapada en la incertidumbre.

Permutación: país o casa
¿para qué definir?

Lo que se habla tiene toxinas
y moribundo es todo lo que se ha dicho,
lo que hay entre tú y yo
es un viaje por el lado equivocado
de todo lo que significa esconderse.
Se mira lo que se quiere
y se observa lo que se necesita
¿me ves aquí?

2 comentarios:

MANCHA dijo...
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Alfredo Carrera dijo...

Ah la extraño, je. Qué bien lo de la reelectura :D

Un abrazo