abril 17, 2009

Aprender a recibir la poesía con intuición, más allá de comprenderla, fin del taller de Dora Moro

viernes 18 de abril de 2008 → Cultura LA JORNADA→
por RICARDO SOLIS



La poeta tapatía Dora Moro habla en entrevista sobre el arranque de un taller de poesía a su cargo, describe sus contenidos y nos deja ver sus concepciones sobre la poesía y su ejercicio…

–Tienes una experiencia nada desdeñable impartiendo talleres, ¿por qué talleres?

–Una de las cosas que más me entusiasma es compartir la poesía con la gente, no desde la tribuna de maestra, sino con esta especie de complicidad que se da en los talleres. Eso es lo que más me emociona, me encanta, siento que ésa es mi vocación, estar compartiendo lo que quien participa propone y lo que puedo ofrecer, es algo enriquecedor, ese es mi motivo para hacer talleres. Comencé asistiendo a talleres, y sigo cada que puedo…

–¿Cómo describirías tu propio curso-taller?

–Diría que es un curso para darnos cuenta que escribir va más allá de la catarsis, requiere habilidad y experiencia de lectura, hacer intentos para que el texto conmueva, para plasmar en el papel lo nuestro pero desde una posición de autor y no simplemente de alguien que escribe lo que siente. El taller es para llegar a la poesía, a escribir poesía y saber la diferencia entre lo que es poesía y lo que no lo es.

–¿Esa diferencia es fácil de detectar?

–No para los que empiezan, porque existen muchos vicios de lectura y escritura todavía. Un ejemplo de esto sería los frecuentes textos que buscan dar un mensaje o moralizar. Lo que tratamos de hacer es restar ese tinte para que un texto pueda convertirse en poema, que no tenga objetivo alguno en esa línea.

–¿Guardas expectativas para con este taller?

–Más bien, me realiza mucho el momento mismo en que el taller está llevándose a cabo, porque suceden cosas sorprendentes y es ahí donde yo aprendo también, aprendo con los participantes. La experiencia que he tenido es agradable porque los asistentes siempre tratan de dar más, se exigen a sí mismos, se tornan críticos de sí y de su trabajo. Mi expectativa es, en todo caso, que lleguen a estar preparados para encarar una lectura pública, para no avergonzarse de su texto y estar seguros de lo que dicen. Incluso, para saber que el poema no siempre le dice al otro lo que uno desea o supone.

–Bueno, tu taller lleva como título ‘Epígrafes’…

–En realidad se llama ‘Emociones y sentimientos a través de la poesía’ y es un curso-taller que intenta tocar la poesía desde las emociones y los sentimientos, porque no sabemos leer poesía, no se nos enseña a leerla, y estoy tratando de compartir con los participantes la idea de leer la poesía con intuición, ‘recibirla’ más que comprenderla…

–De hecho, la intuición figura como el primer elemento dentro del programa del taller ¿qué la hace tan importante?

–Que la tenemos muy perdida. El niño adquiere la intuición para hablar, para moverse; luego, en la escuela te enseñan a leer, gramaticalmente, acudiendo a los significados de las palabras, pero nunca con intuición, es decir, la idea de la lectura en las escuelas es la ‘de comprensión’ y creo que es un error leer la poesía de esta manera, debe ser unalectura de ‘recepción’ más bien, para ‘asir’ el poema…

–¿Cómo se distingue entonces el discurso poético del convencional? Por decirlo de algún modo…

–Porque cuando se lee un poema puede incluso no ser necesario conocer todas las palabras que hay en él. Claro, es útil ir al diccionario, pero la metáfora o la imagen no están elaboradas de la misma manera que el lenguaje común. La idea es, entonces, primero, aprender a ‘recibir’ el poema con todos los sentidos. En el taller hacemos algunos ejercicios de ‘mala lectura’, con la intención de saber que no se debe leer el poema como se lee el periódico…

–¿Está tu taller diseñado para que asista cualquier clase de lector?

–Por ahí comenzamos, podría llegar al taller un gran lector de poesía pero creo que siempre es útil hacer esta reflexión para leer el poema con intuición. Así, pueden inscribirse al curso tanto grandes lectores como aquellos que apenas se acercan a la poesía… Pero, aclaro, es un taller abierto, que no tiene un ciclo; aunque se sigue una secuencia, los participantes pueden integrarse en el momento que deseen… Estamos haciendo muchos ejercicios de escritura, también, a partir de los elementos teóricos que revisamos. Cada sesión se ve a un autor, se entrega una copia de un resumen biográfico y textos de autor determinado…

–Eso quiere decir que la estructura es convencional en términos de que aborda sus contenidos desde la lectura y la práctica de la escritura…

–Sí, porque siempre hay una consigna para escribir algo y se revisa durante la siguiente sesión…

–La experiencia debe ser, entonces, gratificante…

–En cantidad es difícil determinarlo, la convocatoria es siempre difícil, parece que la gente ‘le tiene miedo’ a la poesía pero, en cuanto están en el taller… Por ejemplo, tengo dos alumnos mayores de 50 años y se dejan ‘atrapar’ muy bien por la dinámica, son personas que cumplen muy bien con el trabajo que se genera en las sesiones…

–¿A qué puede deberse el temor que mencionas?

–Bueno, la poesía que se conoce, de manera general, no es muy contemporánea. Mucho es material producido a principios o mediados del pasado siglo, todo parece demasiado visto, parece que nos hubiéramos quedado ahí…

–Eso si hablamos de un lector promedio, sospecho que uno especializado no sólo conoce ese tipo de material…

–Claro… Pero, hay personas que de pronto comienzan a leer a Manuel Acuña y les da una flojera terrible… Puede ser que no hay mucho conocimiento de autores más experimentales, quizá… Contemporáneos o no, me he encontrado con la sorpresa de que muy pocos conocen a Girando y al leerlo se sorprenden… Igual sucedió cuando vimos a Olga Orozco, la respuesta a la contundencia de sus poemas fue excelente… A esto puede añadirse a poetas vivos, o jóvenes; yo incluyo en las lecturas a poetas jóvenes de aquí, de Guadalajara, todo está en que encuentre un material que sirva para ilustrar algún ejercicio del taller.

–A lo largo de tu experiencia ¿has notado que la dinámica sea efectiva?

–Sí. Es impresionante ver como hay personas que entran al taller y sólo escriben un ‘vómito’ de emociones y terminan haciendo buenos poemas. También hay gente muy necia que se resiste a cambiar.

–Pero, es un hecho que este tipo de talleres producen mejores lectores…

–Claro… Ocurre, por ejemplo, casi como magia, que aprenden a detectar los lugares comunes, a notar aquello en lo que no habían pensado antes, a detectar ‘puntos negros’ en la escritura de los poemas, a comprender que hay cosas que no funcionan porque ya están muy dichas o sobreentendidas. Ellos solos lo van notando, son vicios que van desapareciendo conforme avanza el taller. Aunque, hablando de mi taller, no importa el perfil del lector, basta con tener interés…

–Y nomás para terminar… ¿Coincidirías con quien afirma que hay una efervescencia de poetas en la ciudad, especialmente jóvenes? ¿Los hay?

–Muchos, sí. Buenos, pocos…

Para mayores informes acerca de este taller, favor de comunicarse con la escritora escribiendo al correo electrónico samorotracia@hotmail.com

marzo 25, 2009

De asociaciones creativas


La creatividad, Frika, es todo menos dar la vuelta. Bueno,
depende de cómo demos la vuelta, de cómo nos paseemos
por entre los laberintos de las asociaciones, sean civiles
o como la tuya, una asociación de frikis contentos con su suerte.
Una asociación muy remunerable. Como para vivir de las propias rentas.
Porque a mí me interesan las rentas, las aparatosas y definitivamente atractivas rentas que nos esperan en el paraíso del videoclub.
También tu colección es impresionante, mi F mayúscula, MI NENA.
Con que debo aclararte que lo que más me llama la atención en los videoclubes en realidad
son las apuestas. Sí, las chicas apuestas, mi buena Frika.
Pero como tú ninguna. Eres apuesta y frágil. Y a ti, no creas que se me pasa de largo, cuando nos zambullimos entre títulos como haraganes, te vuelven loca las biografías,
lo sé pese a mi pésima memoria y a mis peores modales.
Y es que son las grafías de una vida que no vivimos,
y después de todo no podemos vivir todas las biografías,
y por si fuera poco tú las quieres vivir todas en lo que el DVD marca STOP.
Veámoslo desde afuera: ni siquiera has fumado tu propia biografía
y la mía anda divagando por entre un plano cartesiano con tu geométrica figura.
.´. amantísima Frika, creativísima, démonos una vuelta por tus coordenadas y hagamos como si nos estuviéramos observando
desde el otro lado de la pantalla, mientras nos tocamos a escondidas los pies para sabernos vivos y engullimos tus pizzitas caseras horneadas con pan de caja.

Carlos Vicente Castro

febrero 13, 2009

-Puestas y Apuestas-

Dora Moro recorre y repasa las modulaciones de las palabras y logra que el lenguaje se abra hacia una expresión del sentido opuesto a la uniformidad de los significados únicos. Una vez escritos, sus versos no se quedan ahí sino que regresan sobre sí mismos, se recorren y buscan, poco dispuestos al sometimiento de la sintaxis, rompiendo el primer sentido encontrado y abriéndose a una plasticidad más potente. Esto sucede desde el título, "la apuesta", que inmediatamente se subleva y reconduce la esforzada fijación hecha por la escritura a otro sentido más expuesto a la oralidad: "la puesta", cuyo significado directamente relacionado con el título es la cantidad que pone la persona que pierde para que un juego pueda seguir. Sin la puesta del perdedor no hay apuesta que continúe, y de eso trata este libro y en eso estriba su intensidad y vigor.


La inescapabilidad de esta realidad simultánea y la pertinencia de ambos sentidos en el título se pueden corroborar con varios ejemplos, en los que se fuerza la apertura y los sesgos de significado al manipular la grafía de las palabras. ¿Qué quieren decir en exactitud, fuera de su propio reverberar, versos como los siguientes: "cargo el presagio, un terregal dentro de mí", "acicalándome lo cobre noche adentro", "se forma una nata de indecisión en mis zapatos"? En momentos como los citados la fibra poética de Moro brilla de manera pura y las palabras encajan en sentidos desacostumbrados y al mismo tiempo emocionalmente eficaces. Esta certera ambigüedad la señala claramente Bernardo Ruiz en el prefacio que abre La apuesta, que aparenta ser una errata pero es una primera manifestación del equívoco continuo que lo impregna: "Una hombre que habla", titula Ruiz su texto, mimando el rebuscamiento del lenguaje de Dora Moro y señalando la continua bifurcación de una escritura que necesita romperse para precisarLa apuesta está constituida por unos poemas que fueron escritos por una mujer y puestos en la voz de un hombre, que no tienen nada que ver con el evanescente e inane término de "sujeto lírico", que por lo demás nunca ha aparecido en ningún poema que importe. El personaje que habla va construyendo un recorrido de jugador, apuesta tras apuesta. La mujer que escribe, y que dispone puesta tras puesta de esa voz masculina, acomoda los fragmentos de una historia en la que aparecen otros entendimientos y también otros contenidos, participantes y acompañantes. Con ello se construye la narración de una apuesta y se va conformando su puesta, al tiempo que la bifurcación del título abre una tensión entre los personajes congregados en el poema. En esta cara múltiple de puesta y apuesta escuchamos los poemas en la voz de un hombre y organizamos una historia en la voz de una mujer, todo de manera simultánea. Alrededor, como sombras en un casino, figuran muchos otros personajes, tan indispensables como ellos, tanto en su vaguedad como en su persistencia.
La apuesta es el segundo libro de Dora Moro, que publicó el año pasado Por si la recua, en la editorial de Guadalajara La Zonámbula, dirigida por el poeta Jorge Orendáin. En ese libro ya se apuntaba un desacomodo del sentido que como dije es la nota más personal y a la vez más fuerte de estos poemas. Si en "Efecto Gato", de ese libro, escribe: "como si gato porque me roñan los mortales para que no me fangue la sombra", logrando una gran eficacia emocional, en La apuesta esa escritura alcanza más certidumbre y solidez, a la vez que más tenue. "La verdad murmulla", "subrayo tu grosidad", "me sollozo lo hombre", "la mañana llegó pájaro", "toxinas que ensanchan lo gallo", son algunos casos en los que Dora Moro tuerce y deforma los tenedores y las cucharas del lenguaje, utilizando a la vez giros populares ensartados en un collar de visiones y vivencias tan individuales que dan cuenta de una voz poética verdadera.


-Pedro Serrano-



Publicado en SIEMPRE, abril 13,2008.



Dora Moro, La apuesta. Alforja, México, 2007; 76pp.
La Cultura en México
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