marzo 11, 2010

Viento del Sur de David Rosales- premio Gilberto Owen Estrada 2008- Presentación en la FIL 2009


Rosales de Viento Sur
Por Dora Moro
Hiere la luna frutos del manzano, Estoy fragmentado por aristas de la rosa por mis manos corre lava de mi corazón escapan fumarolas, ¿dice David Rosales? o este personaje que entrelaza como hilo conductor a un Nogal milenario ¿ Quién habla? Qué importa; el solitario melancólico convoca al abuelo, a la madre y señala a la hermana a quien se le entregó lo que nunca antes a él.

¿Porqué un libro merecería el premio Gilberto Owen? ¿Por preciso, por absoluto?; Porque los premios ¿denuncian en realidad algo?, yo no lo sé de cierto, pero me atrevería a llamar a este Viento del Sur una precisión de lamentaciones, que, aunque lastiman , nos cobijan en recuerdos de infancia, en brazos de una madre amorosa y compasiva, a veces ausente. Ponme mis alas madre ruega el desvalido, un desvelado de escritura seguramente nocturna porque en ciertas noches el alma se congela,

Está latente en este lloro la desconfianza o el abandono, la dulzura de las frutas y las espinas de la rosa, porque Viento del Sur es un lamento una oración a la nada, esa nada que es el viento, ¡Ay, el viento! las palabras son ceniza, el viento las diluye pero en la página quedan para siempre. Para el lector, con este regalo desértico en el que Isaías aparece en un texto mesiánico, guía sus ojos hacia una lectura que provoca melancholia, no melancolía, sino melancholia, esta sacudida que provoca la insuficiencia del rezar, porque a veces rezar no sirve para nada cuando Las oraciones se perdieron en las sábanas del hospital,las piedras del amén.
Y tú, ni siquiera una mirada, un respiro, un abrazo.
que baje Dios y te levante
que baje Dios
que baje

Un nogal vierte nueces como las cuentas que David Rosales entrelaza en palabras para ahuyentar la incertidumbre de su origen; escribe su destino en el lienzo de sus muertos, y les avienta a los libres de corazón los barrotes.

La poesía es un canje sensorial, un espacio para embonar relaciones; un ludismo de imaginación, de coincidencias e incompatibilidades, resultado de una minuciosa génesis que se reparte en la pagina,en el ser, y en este libro, en el viento que lanza al sur la ontología del ser tan inombrable, como lo es todo lo que lo rodea, pero al nombrar el viento, el nogal , la rosa, el manzano, Rosales nos ata a la tierra, como recordándonos que somos polvo por eso él Retorna por su cordón umbilical a las raíces que penetran a la oscuridad al tacto y las espinas.

Para los que regresan sea el olvido, los ciegos, para ellos los párpados de la noche sentencias crueles o realistas porque hay veces que nuestra música no tiene ritmo o es más bien sincopada, eso no tiene que ver con el tono de la poesía de David, porque, en este argumento, la potencia de la enumeración se lleva todo el mérito.

Algo quedó de las yerbas que cortabas los lunes; algo para vender o cambiar por una sonrisa, algo queda en la frecuencia que hace relampaguear cada poema, nos produce un corto circuito que contrae y despliega, hiere y vigoriza; hay una energía en cada palabra, de ahí la importancia de reconocer nuestros agobios, nuestras horas de anhelo, identificarnos con ellas:Un viento del sur de la infancia que cierre sus manos a las tardes, que transite del olvido al vendaval, de la memoria a las borrascas, de la oscuridad a las palabras, para abolir la somnolencia.

Quién nos dice que con estas páginas provenientes del Viento del Sur David se empatará, ya no con un ser humano, sino con algún elemento del universo.

La poesía no debe tener explicaciones y quisiera con este texto, simplemente incitar y no tratar de desmenuzar una crítia válida, mordaz o complaciente. Un poema no tiene explicaiones científicas por que el arte no es un tratado. Es más fuerte escribir un poema con personajes que se mueven dentro, que interactúan en el poema,repito, el abuelo, la madre, la hermana, Dios, Isaías; personajes que describan una escena estática o una fotografía moldeada en la memoria.

El peligro de la poesía, quien vive en ella y para ella es que consuma un acto de transparencia con la obra y la vida propia, confunde la ficción con la realidad. Esto representa un peligro porque psicológicamente, después de un tiempo de tambalear por ese riesgo, es casi imposible que se separen el ámbito personal del ámbito poético; en la mayoría de los trabajos en donde se filtra el aliento, se entrega el cuerpo, los sentidos, las vivencias y la respiración misma. Todo lo que se va conviertiendo en poesía nos arrastra, nos conduce y sucumbimos a su merced. Los poemas de Rosales dejan una figura humana al descubierto, en este libro, una efigie agónica.

La poesía es un acto subersivo porque en cada poema, una verdad no es fácil de refutar, así, David se lanza al abismo, se une con la esperanza y el desaliento:
Por espirales de lo que soy, de lo que fui, Soy el cadalso donde la esperanza aguarda la sentencia, gime el autor, pero de todos modos cuando alguien muere sigue formando parte del universo, cuando uno se mata no puede mudarse con sus pertenencias a la oscuridad y aunque somos raros a las estrellas, quizá por nuestras dificultades, no somos ajenos a su polvo, polvo que por cierto se posa en este libro para indicarnos que está ahí desde hace tiempo, o que el futuro polvo lo cubrirá para que alguien lo sople y arrive a sus páginas.

Gracias David por tu Nogal y Tu viento.

1 comentario:

©Torneo de Caballeros (Moderador) dijo...
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